Endémicos de la cuenca mediterránea, estos gecónidos de hábitos principalmente nocturnos son fieles compañeros del ser humano desde que habitábamos cuevas. Hábiles trepando por muros, troncos, paredes e incluso vidrios, permanecen activos las noches de primavera y verano acechando cualquier insecto que se pueda poner a su alcance, desde pequeños mosquitos hasta grillos y enormes polillas.

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